martes, 28 de septiembre de 2010

El gol más hermoso del mundo



De aquella participación en el mundial de España 82 han salido más historias que las escritas por García Márquez y Neruda juntos. Que si fue el mayor ridículo en la historia de los mundiales, que al menos somos dueños de un récord (el del equipo más goleado en una copa del mundo por el 10-1 contra Hungría), que el "Mágico" hizo maravillas en la cancha y que eso le valió el pase al Cádiz de España, que nunca hubo un portero tan malo como Guevara Mora, que el “Pelé” Zapata se convirtió en el héroe de una generación por su gol (único de El Salvador en una copa del mundo), que si desterraban al resto de seleccionados por su "mala" actuación, que al menos Maradona se tragó sus palabras y no nos marcó más de 10 goles él solo (como había declarado a la prensa internacional en la previa del partido entre El Salvador y Argentina), que Hungría nos metió 10 goles porque los salvadoreños se mostraron valientes y atacaron durante los 90 minutos del juego, que el balón era sintético y los salvadoreños estaban acostumbrados a pegarle a la pelota de cuero, que jugaron con camisas blancas (el uniforme suplente) en lugar de la elástica azul, que aunque quisieron intercambiar las camisas con los jugadores del equipo contrario no podían porque solo tenían una, que el arquero de Bulgaria le regaló los guantes a Mora después del encuentro entre ambas selecciones porque era un arquero brillante (y aquí, a su regreso, lo atacaron más de una vez por “dejarse” anotar los 10 goles contra Hungría), que si los seleccionados salvadoreños “atacaron” al árbitro en el partido contra Argentina y hasta le propinaron una patada (aunque no es justificable, en esa época los réferis ya se hacían los del “ojo pacho” porque le regalaron un penalti a los argentinos y no pitaron una falta mucho más clara en el área salvadoreña, jugada que habría significado el 1-1 final. Con ese resultado los sudamericanos, campeones del mundo y con Maradona en sus filas, habrían quedado eliminados en la primera ronda, a manos de los “pobres” centroamericanos), que si el partido contra Hungría no hubiera sido el primero quizá la historia sería diferente, y un largo etcétera.
Pero sin duda alguna, la historia más hermosa de todas es la del gol del “Pelé” Zapata. En ese instante no importaba el marcador, solo el placer de celebrar el primer gol de El Salvador en un mundial (y el único hasta el momento).
Para los salvadoreños amantes del fútbol, ni las fintas de Maradona en aquel gol de ensueño frente a los ingleses en México 86, ni los regates de Ronaldinho en Corea-Japón 2002, ni los 13 goles de Just Fontaine marcados en el mundial de Suecia 58, ni los 15 goles de Ronaldo logrados en tres mundiales (Francia 98, Corea-Japón 2002, y Alemania 2006) que lo ubican en la cima de los máximos artilleros en la justa mundial, ni ningún otro tanto de cualquier futbolista famoso mueve las fibras más sensibles como lo hace el gol de Zapata.
Quizá no sea el gol más importante, ni el más espectacular, pero sí es el más emotivo. Para los salvadoreños, ese gol es el más hermoso de todos los goles en la historia de los mundiales.

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