miércoles, 26 de enero de 2011

El segundo inicio del Torneo Clausura


Dice Juan Villoro que “escoger un equipo es seleccionar la forma en que se pasarán los domingos”, y en el caso de El Salvador –y en otras regiones del mundo- algunos días entre semana.
Hoy es uno de esos días, donde el fútbol llega para “regalarle” un par de horas de emociones extremas a los aficionados. Hoy muchos estarán prendidos al televisor, porque uno de los equipos que estará en el terreno de juego es el Águila, el conjunto que pregona con orgullo contar con la mitad más uno de la barra salvadoreña.
Y aunque el Torneo Clausura (un nombre extraño para un campeonato que se juega en los primeros meses del año) haya comenzado el fin de semana pasado, sin el debut de los “emplumados” es como que no existiera.
Eso es lo que siento, porque yo soy la que escogió vivir los días de fútbol en función del resultado que saca el Águila en los 90 minutos de partido. Por eso para mí, ahora es cuando empieza el espectáculo en la Primera División.

martes, 25 de enero de 2011

¿Por qué no gana la selección salvadoreña?

El otro día leía una teoría sobre las razones por las que la selección de Holanda, a pesar de revolucionar el balompié en la década del 70 con su “fútbol total” y parir estrellas de la talla de Johan Cruyff, Marco van Basten, Ruud Gullit, Wesley Sneijder y Arjen Robben; nunca ha ganado un mundial. ¡Y eso que ha disputado la final en tres ocasiones!
La primera vez se enfrentó a Alemania Federal, en territorio teutón. Tras ir arriba en el marcador 1-0, los holandeses acabaron perdiendo 1-2.
Cuatro años más tarde repetían la hazaña, esta vez contra Argentina, en el Estadio Monumental de Buenos Aires. Entonces cayeron 3-1 tras la prórroga al final de los 90 minutos reglamentarios.
32 largos años pasaron para que Holanda llegara de nuevo a la instancia final de una Copa del Mundo. Eso pasó en el mundial de Sudáfrica, en el 2010. Aunque muchos pensaron que la celebración del torneo en el continente madre le traería la buena suerte a los “tulipanes”, además de tener enfrente a una novata en esta cita: la selección española, la teoría resultó errónea. Otra vez Holanda caía en la final, ahora con un crudo 1-0 en contra. La maldición se había manifestado por tercera vez en el césped.
Juan Villoro dice en su libro Dios es redondo que el problema de Holanda es que no tiene ninguna historia de sufrimiento, y eso le impide ser el protagonista de gestas épicas.
Según esta teoría, Brasil es pentacampeón del mundo porque todos los jugadores, y en mayor escala los fanáticos, llevan tatuada en el alma la derrota de 1950 frente a los uruguayos.
Los alemanes han alcanzado su inspiración en los señalamientos del mundo tras el nazismo, en Franz Beckenbauer jugando con el brazo roto, en ser considerados fríos y calculadores.
Los argentinos y los italianos han tenido la presión de las dictaduras militares en sus espaldas, además de las gestas herócias de sus pueblos en siglos pasados y que todavía sobreviven en la memoria colectiva de la gente.
Los holandeses en cambio, parecen llevar una vida sin sobresaltos, no lloran si su equipo pierde, no arman lío en las calles…el fútbol es otra actividad cualquiera.
Ante esta teoría vale preguntarse ¿Y por qué no gana la selección salvadoreña si lo que sobra en el país es el sufrimiento?
El Salvador tiene una larga y rica historia futbolística: ha disputado el mundial en dos ocasiones, el balompié terminó por desencadenar una guerra contra Honduras en 1969, este país centroamericano es la cuna del “Mágico” González –para muchos aficionados y hasta para el propio Maradona, el mejor futbolista de todos los tiempos.
El Salvador se clasificó al mundial (1970 y 1982), cuando la situación social, política y económica del país era convulsa, las condiciones deportivas eran pésimas y lo que se reflejaba con creces era la escasez de lo básico. Y con todo eso en contra El Salvador se coló a la Copa del Mundo.
Los seleccionados transformaron su sufrimiento personal y de nación en una gesta épica, e hicieron historia con menos que poco.
La última vez que la selección nacional ganó un torneo internacional fue en el 2002, cuando en tierras salvadoreñas conquistó la medalla de oro de los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Desde entonces han transitado por callejones oscuros.
Nadie niega que hace falta un plan de trabajo serio e incluyente a mediano y largo plazo, buenas canchas para entrenar, voluntad de los equipos de la Primera División para trabajar en conjunto, mayor seriedad de la Federación de Fútbol, un entrenador comprometido, continuidad de proyectos, y sobre todo unos seleccionados con el deseo de convertir cada salida al terreno de juego en una gesta gloriosa.
Los únicos que en este momento parecen entender la relación entre el sufrimiento y la épica son los seleccionados de fútbol playa, quienes a pura garra, entrega y coraje coraje han conquistado títulos regionales y participado en Copas del Mundo.
A los demás les falta “ese algo” que tienen los que hacen historia, y mientras eso no cale en lo más profundo de la mente y del corazón, futbolistas y aficionados seguiremos transitando por esos oscuros laberintos de la derrota.

domingo, 23 de enero de 2011

Yo soy...

Yo soy la que abraza a extraños en un partido de fútbol, la que derrama lágrimas tanto por una película animada de Pixar como por los goles errados y las derrotas sobre el césped.
Yo soy la que lee a Coelho y Joel Osteen en días deprimentes, la que se sumerge en la mitología de Tolkien y las aventuras de C.S. Lewis cuando me inunda la fantasía, la que relee a Villoro, Kuper, García Márquez y Benedetti en la soledad.
Yo soy a la que escucha música tan dispar como la de El Tri, Damien Rice, Juanes, John Lennon, y hasta la Sonora Dinamita en Navidad.
Yo soy la que puede ver cinco películas dramáticas al hilo, pero que no soporta las comedias de Hollywood (es que nunca les encuentro la gracia). La eterna enamorada de Denzel Washington en pantalla.
Yo soy la que hace un tiempo coleccionaba fotos de deportistas, pero que un buen día las tiré todas a la basura. La única que sobrevivió y que todavía conservo en la pared es la de Ronaldinho, a quien considero el mejor futbolista del mundo.
Yo soy una de las más de 30 mil personas que vio cómo la selección de fútbol de El Salvador ganaba uno de los campeonatos más importantes en su historia: los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Yo soy la que siempre ve los partidos de la "Azul y Blanco" sin importar las circunstancias, la que vibra con la selección de fútbol de playa, la que nunca pierde las esperanzas de ver al Águila alzar la copa de campeón nacional.
Yo soy la que por momentos me canso de lso libros, las películas y el entrenimiento; la que quiere experiencias, la que estará en Guadalajara y Brasil, la que acampará en Cusco a pesar de la escasez de baños.