martes, 7 de junio de 2011

El adiós de Ronaldo


Ronaldo entró a la cancha y las gargantas de los aficionados alcanzaron decibelios insospechados. No podía ser de otra manera. Allí, sobre el césped sagrado del terreno de juego y con miles de ojos examinando sus movimientos, “El Fenómeno” daba su último adiós a la selección brasileña.
Pero Ronaldo no parecía Ronaldo, parecía otro, casi una caricatura del que un día fuera el mejor futbolista del mundo, de aquél que a fuerza de goles añadiera dos estrellas de Campeones del Mundo a la camisa verde-amarilla.
Esos días de gestas gloriosas parecen un recuerdo lejano. Aquella figura de 1.83 metros y 83 kilos también pasó a formar parte de la historia. Ahora el sobrepeso le pasa factura: corre unos minutos y está exhausto, tiene el balón y lo lanza cinco metros arriba de la portería. El público de todas maneras aplaude, y Ronaldo sonríe como tratando de minimizar sus yerros.
15 minutos de juego bastaron para despedir al ex astro del balompié. Sus compañeros lo abrazaron, los fanáticos en los graderíos desplegaron una bandera gigante con la frase “Por siempre Fenómeno”, los rivales le hicieron el pasillo, los fotoperiodistas lo persiguieron para captar la mejor imagen del histórico número 9, y Ronaldo salió de la cancha tomando de la mano a su pequeño hijo. Esa fue su despedida de la Canarinha.
Ya el 14 de febrero había anunciado su retiro del fútbol, de ese deporte mágico que lo llevó a alcanzar la gloria y el infierno a partes iguales.
Y es que Ronaldo escribió su nombre en las páginas doradas del balompié con lo que mejor sabía hacer: con goles. Entre sus tantos títulos de goleo ostenta el de máximo artillero en las Copas del Mundo, con 15 tantos, y ser el segundo máximo anotador de la selección brasileña, solo atrás de Pelé.
Además de brillar con el equipo nacional, Ronaldo también dejó su huella en los equipos más grandes del mundo: PSV Eindhoven, Barcelona, Real Madrid, Inter de Milán y AC Milán, entre otros.
Su lema era jugar, por eso no le importó demasiado el color de la camiseta del equipo con que firmaba, solo así se explica que militara en tantos conjuntos archirrivales.
Y de la misma manera en que fueron exaltados sus logros, sus escándalos también ocuparon primeras planas. Pero ese no es el asunto primordial en esta nota, que para eso está la prensa rosa.
Lo innegable es que Ronaldo, sobre el terreno de juego, fue y será único. Un día deslumbró al mundo su compatriota “Ronaldinho”, pero ese otro futbolista se hizo fama con el diminutivo del astro.
Ahora está Cristiano Ronaldo, a los que unos cuantos incultos del arte de las patadas osaron en decir: “Ronaldo solo hay uno”. Claro, la defensa del brasileño no se hizo esperar con consignas como: “Ronaldo solo hay uno….que ha ganado dos Copas del Mundo, dos Copas América, la Liga de Campeones, el Mundial de Clubes”, por mencionar parte de su extenso palmarés.
Ya lo dijo Juan Villoro en un artículo: “El portugués Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro ha podido llamarse como un cyborg (CR7 o CR9), pero nunca podrá ser Ronaldo”.
Aunque el Ronaldo que ahora dijo adiós a la selección brasileña apenas parece la sombra del que fue, lo cierto es que Ronaldo solo hay uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario