viernes, 15 de octubre de 2010

Historias de fútbol

Hace unos días descubrí que la tragedia amorosa entre Romeo y Julieta inspiró una ecuación matemática que más tarde se utilizaría para explicar, en parte, cómo determinadas situaciones acercan a la gente aunque vivan a miles de kilómetros de distancia.
Hoy no descubrí ninguna teoría matemática inspirada en las relaciones amorosas, pero sí confirmé dos cosas: que la gente está ávida de contar historias y que muchas de ellas tienen que ver con el fútbol.
Era muy temprano en la mañana y viaja en un bus pensando en cómo resolver unos inconvenientes de último momento relacionados con el cierre de una revista. No escuchaba la música estridente, ni las conversaciones de la gente, ni el ruido de los carros al circular. Nada. Mi mente divagaba en otro mundo.
De forma repentina, un hombre que estaba sentado a mi lado me empezó a decir que a él le gustaba mucho el fútbol. Lo primero que pensé al salir del trance en el que me encontraba fue: “Hoy no, por favor. Quiero pensar en cómo resolver todos los líos que tengo”.
Pero al hombre poco le importó mi gesto de indiferencia y continúo su historia. Luego pensé: “¿Será que reflejo que me gusta el fútbol?”.
Como no podía hacer nada para que parara de hablar, me dediqué a escucharlo. En cuestión de 20 minutos me narró cómo había ingresado al fútbol aficionado, cómo cobraba los tiros libres y los penaltis, cómo gracias al fútbol conoció a quien más tarde sería su esposa y cómo el fútbol se había convertido en un estilo de vida.
Incluso me dijo que en una ocasión, después de un partido, una muchacha muy bonita le pidió su camiseta. El siguiente fin de semana la mucha regresó a la cancha y se la devolvió, no porque hubiera perdido el interés, si no con el ofrecimiento de lavársela todas las semanas.
Así, si buscarlo, se convirtió en una especie de héroe. Ahora dice que se dedica al “papi fútbol”, porque a su edad es lo único que se puede hacer. Eso sí, me recalcó, en sus años mozos todo lo apodaban “El matador”, por su olfato goleador.
Cuando se bajó del bus, me quedé pensando en la necesidad que tiene la gente de ser escuchada, de sentir que su historia de vida es importante y que a veces estamos tan metidos en nuestros rollos que no vemos a quien está al lado.
A este hombre el fútbol le dio el pase a su gloria personal y lo hizo sentirse importante. Esas son las bondades del fútbol, a cualquier escala.

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