miércoles, 15 de diciembre de 2010
Lo que sí se robó el Grinch
Cuando el Dr. Seuss creó al verde, peludo y gruñón Grinch en la década de 1950, pensaba en todos aquellos a los que la Navidad no les traía ningún recuerdo agradable.
Aquél desdichado personaje cambió su forma de pensar al final del relato, e incluso era el más emocionado con la llegada de las Pascuas debido al crecimiento repentino de su corazón (eso es común en los cuentos de hadas).
En la vida real el corazón no se ensancha ni se encoge, aunque a veces pareciera que sí lo hace (por desgracia, los de corazones minúsculos son mayoría en el mundo). Pero ¿qué es la Navidad en estos días? Nada más emociones por las vacaciones, el aguinaldo, las compras, los regalos, la pólvora y demás pormenores.
¡Cuánta razón tenía el Grinch al pretender robarse la Navidad! Pero no, tuvo que llegar la pequeña y dulce Cindy Lou para evitar que el perverso ser verde y su terrible mascota "Max" arruinara la celebración de fin de año.
Con Cindy Lou en el camino, hasta allí llegaron las pretensiones del Grinch de desaparecer el árbol navideño, los regalos, la cena, las luces y todo lo que recordara la época festiva.
Eso sí, al Dr. Seuss se le olvidó recomendarle a su creación que no se robara los espectáculos deportivos de fin de año. En la segunda quincena del mes ya no hay nada que ver, y la espera se prolonga hasta finales de enero.
Puedo imaginarme al Grinch en su trineo, con una gran bolsa roja llena de todos los futbolistas de todas las ligas de fútbol -menos los ingleses, que no paran aunque el techo de los estadios se desplome a causa de la nieve.
Allá van al lado de "Max" los tenistas, los jugadores de béisbol, los profesionales del atletismo, los boxeadores, los nadadores y demás atletas.
Al final, el malévolo Grinch sí se salió con la suya y se llevó con él la mayoría de actividades deportivas nacionales e internacionales. ¡Felicidades, Grinch! Esa sí fue una jugada maestra.
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